jueves, 4 de marzo de 2010

CRITICA

http://www.tebeosfera.com/documentos/textos/la_libertad_de_expresion_mas_alla_de_los_limites_de_la_vineta.html

Se han detallado algunos incidentes concretos entre los siglos XVI y XVIII, relacionados tanto con la prohibición de imágenes -sobre todo, las consideradas inadecuadas desde el ámbito religioso, especialmente en tiempos de la Reforma- como con la ejecución de dibujantes tras la publicación de caricaturas, por lo general, de figuras reales. Pero sin duda los casos más conocidos de persecución de dibujantes satíricos tuvieron lugar en el siglo XIX, cuando la prensa humorística se convierte ya en un instrumento imparable de propagación de opiniones e ideas, incómodo por tanto para el poder. Resulta lógica pues la reacción de los gobernantes, de tal modo que, según R. J. Goldstein (2003), la caricatura estuvo sometida a censura en toda Europa con la excepción de Inglaterra- entre 1815 y 1914. La existencia de algunos períodos intermitentes de abolición de la autorización previa no significó el fin de estos ataques a los profesionales del dibujo de humor, antes al contrario, la publicación del material sin vigilancia produjo el aumento de los litigios y siguieron ocasionándose desagradables episodios. No deja de ser significativo, además, que incluso instauradas las leyes de prensa que eliminaban la censura de los textos impresos perduraron los controles en las ilustraciones.
En Francia, por ejemplo, se constata perfectamente este desigual rasero si tenemos en cuenta el dato de que entre 1815 y 1880, fueron suprimidas veinte publicaciones satíricas y que casi cada caricaturista de renombre de la época sufrió el acoso de las autoridades de un modo u otro. Uno de los casos más célebres fue el proceso al que se vio sometido Charles Philipon, creador de algunas de las más populares publicaciones satíricas como La Caricature(1830), Le Charivari (1832) y Le Journal pour rire (1848), en torno a las cuales se aglutinó un prestigiosísimo grupo de colaboradores como Daumier, Doré, Gavarni, Decamps, Charlet, Raffet, Monnier o Cham. El propio Philipon creó para La Caricature un popular dibujo en el que transformaba al rey Luis Felipe en una pera. Esta caricatura motivó la apertura de un proceso por delito de lesa majestad. Sin duda, uno de los aspectos más destacados de esta anécdota es la frase que Philipon pronunció durante el juicio: “aquello de lo que me acusan no está en mi dibujo, sino en sus conciencias”. Fue, desde luego, una de los escasos argumentos con sentido en una causa impulsada por tan singular motivo[1]. Acostumbrado a los roces con la justicia, Philipon aprovecho bien sus estancias en prisión, ya que en una de ellas ideó Le Charivari, e, incluso para no perder destreza, perfeccionó el dibujo de la pera-Luis Felipe utilizando las propias paredes de su celda. El recuento total de la agitada relación de Philipon con la justicia real asciende a trece meses de prisión y 4.600 francos de multa. Pero no es este el único proceso que se abrió a un miembro del equipo de Philipon. Mucho ha trascendido el encarcelamiento durante seis meses de Honoré Daumier, a raíz de un dibujo publicado en 1831, también contra Luis Felipe, en el que lo caracterizaba como un Gargantúa que devoraba los tributos de la población más humilde. Afirma Jacinto Octavio Picón (1877:127) autor casi coetáneo a esta generación de dibujantes que, al parecer, el público tenía tal inclinación por la obra de Daumier “que cuando éstas le ocasionaban multas o prisión nunca faltaba quien las pagara o le facilitase los medios para escapar de la cárcel”. Baudelaire (1988:74) aclara más este punto, haciendo referencia a la invención por parte de Daumier de una fórmula para atender las numerosas multas a las que La Caricature o Le Charivari debían enfrentarse: la publicación de dibujos suplementarios cuya venta estaba destinada a sufragar este ingente gasto. Asimismo, hace referencia a la forzosa renuncia de Daumier a la caricatura política tras la aprobación de una ley de prensa en 1835 que exigía autorización previa.
En la Francia de aquella época la nómina de perseguidos por desafiar la censura previa es extensísima: el registro ilegal de la casa del dibujante Granville, de La Caricature; el encarcelamiento de Charles Vernier y Leopold Pannier, dibujante y director de Le Charivari; el caso de “Pilotell”, que fue detenido varias veces entre 1865 y 1870, a lo que se une la supresión de su periódico La Caricature Politique en 1871; el director de Le Don Quichotte, Gilbert-Martin fue encarcelado dos veces; También los impresores sufrieron penas de cárcel, como Scipion Limozin, (La Rue) o François Polo (La Lune). Incluso tras la abolición definitiva de la censura previa de caricaturas (en 1881, sesenta años después del fin de la censura previa de prensa escrita) algunos artistas tuvieron problemas con la justicia acusados de cometer esperpénticos delitos de difamación u obscenidad como Alfred LePetit o Louis Legrand.
En la Alemania de mediados del XIX también se acosó con multas u obligando al cierre a publicaciones como Fliegende Blatter o Mephistopheles, entre otras. A partir de 1870 se recrudeció en Alemania el hostigamiento a publicaciones satíricas a pesar del fin de la censura previa, de modo que Kladderadatsch o Simplicissimus encontraron problemas con el material ya publicado. Las trabas de esta última son especialmente célebres y numerosas, incluyendo la prohibición de su venta en varios estados o las penas de cárcel y multas para varios miembros del equipo -entre ellos, el caricaturista más famoso de Simplicissimus, Thomas Theodore Heine.
En el caso de Rusia, entre finales del XIX y principios del XX se ejerció un estrecho control a través de la censura previa, pero, también en los momentos concretos en los que ésta desapareció temporalmente continuaron las persecuciones. Las críticas de los caricaturistas, especialmente contra el zar Nicolás II, fueron castigadas con arrestos y supresiones.
De parecidos roces entre publicaciones satíricas y autoridades se tiene constancia en otros países, como Italia, Austria o Portugal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario